El Ñu es un animal diferente. No tanto por su aspecto - estrafalario sin duda- como por su personalidad.
Si uno observa este animal con detenimiento descubre algo extraño y tierno, poco común es la palabra: nada que ver con los perfiles de fieras indomables, violentas, desabridas... porque el halo de ingenuidad y candidez que le envuelve hacen presagiar un espíritu ciertamente diferente, muy diferente.
Podría decir que confía plenamente en la vida y en la libertad... Le gustan sus paisajes, rincones de infancia, los viejos árboles que orillan los caminos que todos los años recorre, y tiene una fe ciega en sus congéneres
El ñu no entiende de argucias, ni de estrategias, no entiende que nadie pueda planificar su futuro a largo plazo, porque sus plazos se acaban en cada momento con el momento siguiente.
El ñu solo necesita amplias estepas, espacios abiertos y terreno por delante para huir de sus enemigos. Unos enemigos que viven de su preciada carne, que gracias a su existencia pueden practicar la arrogancia del cazador solazándose a la sombra de un baobab.
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No soportan las largas historias que nunca terminan, porque suelen perderse con facilidad,
Ni las de príncipes siempre triunfantes, porque en su mundo eso no tiene sentido.
Puestos a preferir, se quedan con los cuentos cortos, no demasiado enredosos, que a ser posible se puedan escuchar sin estrujarse demasiado la mollera.
Les gusta oír historias de tierras lejanas, porque ellos son grandísimos viajeros.
Las historias divertidas, ligeras, como gotas de lluvia, son sus predilectas.
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